Hoy mientras desayunaba, leyendo un artículo sobre el efecto placebo me acordé de nuestra querida tía Clarita.
Era un artículo muy interesante, tal vez demasiado científico para mi cerebro todavía dormido, pero lo leí por encima mientras mojaba las galletas en el café con leche.
En un cuadradito aparte, el artículo explicaba el origen de la palabra Placebo:
Placebo nació en los funerales
En el siglo XV la palabra "placebo" hacia referencia a las plañideras en los duelos, que iniciaban sus lamentos con <<Placebo Domino in regione vivorum>> ("Complaceré al Señor en la tierra de los vivos") y recibían un pequeño donativo. En el mundo anglosajón un "placebo funeral" se refería a quienes se ganaban la vida acudiendo a los velatorios, sin conocer ni al fallecido ni a los familiares, con el fin de poder comer gratis. A cambio, con sus llantos proporcionaban consuelo a los deudos.
Clarita: Velaban… velaban, hablando de velar, hoy fui a tres velorios.
Rosarito: ¿Todos conocidos suyos?
Clarita: No, ninguno. No, ¿sabe lo que pasa?, yo me fijo en el diario, en las necrológicas, y voy a todos los velorios que puedo. Entro, les doy el pésame, me tomo un anís, lloro un poquito… bueno, ¡no es lo mismo que si fueran parientes!...
Rosarito: ¡No, claro!
Clarita: … pero yo la paso bien igual.
Les doy el pésame, me tomo un anís, lloro un poquito...
- Mirari Arruti
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Les doy el pésame, me tomo un anís, lloro un poquito...
Se piensa Mirari pero se dice Miriam
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